Caras extrañas, pelos malos, uno que otro superhéroe que respeta la luz del paso peatonal. Sabana Grande. Pasan almas perdidas por la rutina, personas pidiéndole a Dios que al fin cambe el clima, y yo mínima ahí, entre tanto agite caraqueño pensando "Coño, qué calor".
Logré esquivar ese mar de ánimas cotidianas hasta el afamado Metro, preparada psicológicamente para desenvainar mi papel de "MujerQueNoTieneUnCelularEnElBolsillo". Cara firme.
Unas cuantas gotas de sudor. Seguí.
Entre tantas caras extrañas pensando que nosotros, los mortales, debemos salir disfrazados a la calle para pasar desapercibidos. Es injusto. Y es más injusto que en medio de ese caos, tenga que recordar que alguien que en su propia lucha le dio la gana de quitarle la vida a un luchador, quien no es nada extraño para mi, se vio infinito en mar de sangre.Y yo aquí, quejándome de calor.

No hay comentarios:
Publicar un comentario