viernes, 20 de diciembre de 2013

Todo es culpa de la Luna

El tema de hoy es "La Luna llena". Quizás es muy neutral este escrito, tenía la inspiración en otro ladoAquí se los dejo:

La Efémerida



Viernes 17 de marzo de no sé qué año:
Mi abuela solía contar historias fantásticas, acostumbraba a pasar horas conmigo antes de dormirme diciéndome y haciéndome creer que los duendes sí existen, que Santa Claus vivía en una choza de la Guaira, que el Ratón Pérez en realidad era una ratona (La Sra. Pérez) y yo feliz me lo creía todo. Fielmente todas las noches hablábamos horas sin parar, y yo hacía preguntas curiosas sobre cómo era la vida en el más allá, sobre Dios, hasta que llegó Harry Potter a mis manos. 
A mis doce años ya era una niña culta que leía The Lord Of The Rings y me causaba repulsión la famosa revista "Tú". Era una completa extraña que caminaba todas las tardes al kiosko de las peruanas de la esquina a comprar pasas. ¿Quién, en su sano juicio, compraba pasas?.
Una de esas tardes decidí cruzar la calle sin revisar a los lados (claro, iba leyendo) y sufrí un accidente. Caí en coma por quince años, a veces pienso que sigo soñando y no duermo en las noches, tomo café para sanar el alma y tristemente tiendo a fumar y soltar más humo que una chimenea. 
Por quince años soñé, ¿para qué más?. Por quince años mi abuela me contaba historias y mi cerebro las captaba, creando imágenes de mundos que no existían. Hasta que un día dejé de oír su voz, de sentir su calor y su sombra opacando mi desesperación inerte. Mas nadie se preocupó por la Bella Durmiente del piso 13. 
Me levanté un día con ansiedad, sin poder respirar bien. La verdad es que fue muy desesperante. Caí en cuenta que no tenía a mi abuela al lado, que había crecido, que mis uñas tenían un color que yo no había escogido (rosado). Ni yo misma me pude reconocer.
Tuve que reconciliarme con el tiempo para poder aceptar mi pasado, mi presente, y mi futuro.
Pasaron varios días, no se cuántos, ya dejé de contar. Hasta esa noche. Podría jurar que esa noche me asomé por la ventana y la logré ver reflejada en aquel enorme astro que paseaba de vez en cuando sospechosa por el cielo. ¿El universo se puso de acuerdo para que comenzaran mis alucinaciones?. Por primera vez en mucho tiempo me fijé que aquel bombillo enorme tenía algo que decirme. 
Ahora cada día me asomaba a verla, si, a la Luna. Me parece la cosa más magnífica que hay. Entre tantas cosas que uno vive estos días podría tomarme unos segundos para detallar esa piedra enorme, hueca, vacía. No estaba sola. Estaba acompañada por mi amiga. 
Me volví lesbiana, me volví románica. Cambié de ser perfecta extraña a perfecta pendeja. Idiotizada con la luz blanca que me decía que me fuera con ella cada vez que aparecía. 
No le conté a nadie mi secreto. Escribía sobre ella, si, me enfermé cada día más. Me la tatué, la dibujé en mis paredes, le hacía donaciones y ritos. Pero necesitaba estar con ella. Para ese momento tenía varias semanas sin dormir más de 3 horas por noche.
Yo sabía que ahí estaba el recuerdo de mi abuela, los mundos que me inventaba, los personajes maravillosos, todas las almas perdidas como yo. 
Me convertí en alguien muy solitario, no daba los buenos días cuando pasaba cerca de mi vecino quien me veía extrañado por mis ropas y mi mal aspecto. En algún punto de mi historia tuve que ir al psicólogo por una pelea llena de insultos que no mencionaré con la vecina del 2-A ( La muy maldita quería botar a mi gata-Elvira- del Edificio). Así me fui desintegrando poco a poco en pedazos que dejaba regados por todo el apartamento de lo que fui, de lo que no quería ser, pero mantuve mi convicción platónica de que la Luna desentrañaría mi locura.
Me harté. No quise seguir siendo el chiste público "La loca de la luna" "la loca del muelle de San Blas", ya no hallaban qué otro nombre inventar. Me atormentaba la gente, me atormentaba mi cabeza, me atormenté yo. Así que un día como cualquier otro decidí  Decidí saltar a la Luna. Y mas nunca tuve el problema de insomnio. 

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